martes, 16 de febrero de 2016
Leyenda de Esmeraldas: La Tunda
Una mujer fea, que tiene un pie de molinillo o de raíz de un
árbol y el otro como el de un bebé se lleva a los bebés sin bautismo y a los
desobedientes.
Este es un mito propio de los departamentos que poseen costa en
el Océano Pacífico. Cuentan los que saben que este personaje mítico es una
mujer fea, que tiene un pie de molinillo o de tingui-tingui (raíz de un árbol)
y el otro como el de un bebé. Se lleva a los moritos (bebés sin bautismo), a
los niños desobedientes, a los maridos trasnochadores e infieles y a jóvenes
hombres o mujeres, a los confines del monte para convertirlos en sus amantes.
"La Tunda" engaña a sus víctimas tomando la apariencia
de sus madres u otro ser querido para que la sigan al monte; ya en sus
dominios, los alimenta con camarones y cangrejos. Con sus malos olores emboba a
sus víctimas, y les saca la sangre.
Los “entundados” aprenden ha amar a dicha mujer y rechazan a los
humanos. Para poder rescatarlos de "La Tunda", es necesario formar
una comisión con el padrino y la madrina del “entundado”, un sacerdote, amigos
y otros familiares. Todos ellos se internan en el monte tocando tambores
(cununos y bombos), quemando pólvora, disparando escopetas, rezando las
oraciones y diciendo palabras soeces para que ella desaparezca.
Algunos dicen que "La Tunda" es negra y que huele muy
mal, es un ser que experimenta sentimientos humanos, se enamora, se queja y
odia, especialmente a los niños. A pesar de sus sentimientos y acciones
humanas, "La Tunda" tiene poderes sobrehumanos, pues es ella quien
produce la conjugación de sol y lluvia, y cuando esto pasa la gente del
Pacífico dice que: “la Tunda está pariendo”.
Se dice que en una zona rural del municipio de Buenaventura,
existe la Matunda, la mamá de la Tunda. Una vez en una fiesta, se organizó un
concurso de baile y "La Tunda" componía una de las parejas
finalistas, pero alguien la descubrió al mirar la pata de molinillo y gritó
“¡vela Tunda, esa es la Tunda!” y esta salió corriendo.
Leyenda de Guayaquil: La dama tapada
Cuenta la leyenda, que la dama
tapada es una extraña joven que viste un vestido muy elegante, con sombrilla,
pero siempre lleva la cara tapada. Cuando se está cerca a la dama, se dice que
despide un olor agradable que hace, que uno la siga. El olor es tan agradable
que uno pierde la noción del lugar hacia donde esta yendo, de esta manera, la
dama tapada te conduce fuera de las zonas urbanas. Ya cuando están fuera de la
ciudad, la dama deja que se acerquen a ella y muestra su rostro verdadero, que
es la de una cadáver en estado de putrefacción, en ese momento, el olor
agradable se convierte en un olor nauseabundo que envenena el cuerpo y a lo que
muy pocos sobreviven.
leyenda de Ibarra: La caja ronca
Cuenta la leyenda, que en
Ibarra, habían dos amigos, Manuel y Carlos. Un día, el papá de Carlos les
encargó que vayan a regar unas plantas que ya estaban por secarse, pero ellos,
entretenidos en los juegos, no hicieron caso, al recordarse, ya era de noche y
tuvieron que ir en la oscuridad. Al entrarse, cada vez mas a los
sembríos, escucharon unos sonidos, como de procesión, ante el temor que ese
sonido era cada vez mas cercano, se escondieron detrás de unos arboles y vieron
unos cuerpos flotantes encapuchados, con velas largas apagadas, cruzaron el
lugar llevando una carroza montada por un ser temible de curvos cuernos,
afilados dientes de lobo, y unos ojos de serpiente que inquietaban hasta el
alma del más valiente. Siguiéndole , se lo podía ver a un individuo de blanco
semblante, casi transparente, que tocaba una especie de tambor, del cual venía
un sonido:"tararán-tararán". En ese momento, recordaron los cuentos
que escuchaban de niños sobre la legendaria caja ronca. Ellos pensaban que era
de mentira, pero al verlo con sus propios ojos, se desmayaron. Al despertar, en
la mañana, llevaban consigo, una vela de aquellas que sostenían los seres
encapuchados, solo que no eran simples velas, dichas velas eran huesos fríos de
muerto. Muy asustados, volvieron a sus casas, desde ese día aprendieron
que las leyendas, no son inventos de los ancianos, sino experiencias que tienen
que ser contadas para tener cuidado.
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