Hace mucho tiempo atrás en la parroquia Indanza,
Salvador y su amigo Gilberto salieron en la mañana, como todos los días, muy
contentos a la finca, para la minga de la siembra de maíz. Una vez terminado el
día de trabajo se propusieron regresar a sus casas.
Por el camino llegaron hasta la casa de la señora
Isabel, una vecina del lugar. Mientras hacían un tambito, uno de sus antojos
era saborear aguardiente para el cansancio, eso les daría fuerzas para
continuar el camino.
Mientras bebían y conversaban se dieron cuenta que
ya era muy tarde. Fue una noche sin luna ni estrellas, caminando solos por el
monte. Empezaron a tener mucho miedo y llegaron a una casa sin puertas ni
ventanas, era muy tenebrosa y daba terror al pasar por allí.

En ese momento, un niño pequeño juguetón les
atajaba el paso en la carretera. Salvador se movía de un lugar a otro, mientras
que Gilberto se quedó sin moverse con el fin de distraer al niño y pasar.
Salvador, quien no pudo pasar, logra ver que el niño no era normal, tenía una
cola y espuelas en los pies. Luego le pregunta ¿y tú guambrito que estás
haciendo aquí a esta hora de la noche? Y el niño también le pregunta ¿y tú que
vienes haciendo a esta hora?
Salvador se quedó aterrado, sin poder responder. El
pequeño les advirtió que no quería verles de nuevo caminado borrachos y en
altas horas de la noche, porque de lo contrario, los llevaría con él.
El defecto que tenían Gilberto y Salvador era el
gusto por el licor, pero se dieron cuenta que el diablo puede presentarse en
formas diferentes para advertirles lo malo de sus actos.
Salvador dejó de salir en altas horas de la noche
porque tenía mucho miedo y su amigo Gilberto dejó la bebida y mejoró su
comportamiento.
Narrador: Zoila Nivelo
Elaborado por: Deisy Quimiz
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